SER MAESTROS DE NUESTRA PROPIA VIDA

«La expresión hombre sin rango proviene del maestro chino Linji Yixuan y hace referencia a aquel que no puede ser calificado o medido por los estándares de la sociedad. Que no busca escalafón en la escalera del éxito», es una de las expresiones claves del capítulo Auténtica persona sin rango, del libro: Zen, un camino de transformación, de Densho Quintero, maestro del Templo Zen Mente Magnánima – Daishinji de la Comunidad Soto Zen de Colombia.

Explica Densho sensei que se trata, con la práctica en la vida diaria, de expresar lo mejor de sí mismo en cada momento. Y recalca que no se logra con los ideales prestados de la sociedad. Se refiere a los mensajes que inundan los medios de comunicación a través de informaciones manipuladas o campañas publicitarias maniqueas cuyo propósito es unificar seres en la masa para venderles paradigmas.

Afirma el abad Densho, que la sociedad ha querido encasillar a los maestros de las tradiciones espirituales en patrones prestablecidos para los seres humanos que despuntan en alguna actividad del mundo. Los pretenden igualar y no es la realidad.

«Un maestro zen ha trascendido las expectativas sociales y los ideales de realización en comparación con otros. Es alguien que en su práctica ha encontrado la posibilidad de ser sí mismo sin seguir modelos ajenos. No puede ser definido ni responde a las categorías de la gente ordinaria. No se preocupa por lo que opinen de él. No es modelo de triunfador, sino solo sí mismo en toda su potencialidad, sin pretender imitar a nadie. Su ejemplo es sobre todo la determinación de seguir la Vía a pesar de las dificultades», explica el maestro Densho en su libro.

Trascender las expectativas sociales es aquel que ha renunciado a las preconcepciones de los demás y busca expresar a cada instante la interdependencia con todo. En los términos del abad, se trata de personas normales que, «con total honestidad buscan expresar en su cotidianidad la experiencia de una práctica que revela interconexión con todo el Universo». Tanto él, como sus maestros, y como todos los guías zen de este mundo, tienen dificultades, no están exentos del sufrimiento; la diferencia con otros seres, es que no sucumben, no se desesperan. Señala que esa fue una enseñanza trascendental de sus mentores: «He tenido cuestionamientos y dudas, momentos de debilidad, pero gracias a ellos —sus maestros— nunca abandoné la práctica que me llevaba a reencontrar el equilibrio. Me mostraron esa persona sin rango dentro de mí, encubierta por las concepciones mentales que dan forma al ego».

Pero esa enseñanza transmitida por Densho sensei, del hombre ordinario, sin rangos y sin rótulos, se extiende al ser humano en general. Es el ideal, según lo expresa: «No es posible imitar un ideal de maestro inexistente. Hay que ser un ser ordinario. Convertirse en una —persona original—, como lo llama el maestro Dogen. Alguien que no busca ser maestro pero que procura expresar su comprensión en lo cotidiano sin esperar recompensa o reconocimiento por los propios logros».

El texto en mención termina con la sentencia bondadosa y acorde a su sabiduría: «Tener una aspiración a toda prueba es lo que nos da la fortaleza para seguir a pesar de las dificultades y nos hace maestros de nuestra propia vida».

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