PARA LA PRÁCTICA, EMPEÑO INFLEXIBLE COMO EL AGUA QUE FLUYE PERSEVERANTE
En una reciente conferencia del maestro Densho Quintero, una estudiante de secundaria le preguntó sobre qué es el «empeño inflexible», una expresión que utilizó el monje colombiano durante su charla.
El abad del Templo Zen Mente Magnánima –Daishinji de la Comunidad Soto Zen de Colombia–, le respondió citando un relato suyo publicado en el libro El despertar Zen, de Intermedio Editores.
«Desde la antigüedad las perlas han sido apreciadas por su brillo, su blancura y su elevado valor comercial. Lo interesante es que la perla es producto de la molestia e incomodidad que sufre la ostra cuando una partícula extraña penetra en su concha y se incrusta en su cuerpo carnoso. En su lucha por vencer la irritación, segrega progresivas capas de nácar que se van solidificando para cubrir la partícula y capa tras capa se va formando una perla. De igual forma, cuando luchamos contra las dificultades y las superamos, llegamos a producir una perla brillante, la joya de nuestro desarrollo espiritual. En la práctica encontramos factores de incomodidad que nos ayudan a desarrollarnos. Incomodidad con nuestro yo habitual, incomodidad con nuestros patrones de referencia y con nuestra aparente comprensión. Cuando nos decidimos a practicar y a continuar a pesar de nuestra desilusión inicial y de nuestras limitaciones temporales, descubrimos que la práctica puede ser aburrida, porque el yo no está siendo entretenido por los caramelos de una práctica edulcorada que produce autosatisfacción. A pesar de todas las dificultades, debemos continuar practicando. En sus últimas palabras el Buddha dijo: Si practican con esfuerzo diligente nada será difícil para ustedes. Deben practicar con la diligencia del agua que fluye incesante y eventualmente puede desgastar una piedra. Pero si su práctica es laxa, es como tratar de encender un fuego frotando dos palos. Si se detienen antes de que los leños estén calientes, no podrán encender el fuego. Esto es lo que se llama empeño inflexible», explicó Densho sensei.
Narró el maestro un pasaje del texto Shobogenzo —Ojo precioso del Verdadero Dharma— del maestro zen japonés Eihei Dōgen: «Muchos han sido los buddhasy ancestros que han enseñado el camino hacia la más alta iluminación, así como los métodos de la práctica. Aún permanecen las huellas de nuestros predecesores, que se dejaron la piel y los huesos estudiando y practicando la Vía, como Huike —segundo ancestro del linaje zen chino, discípulo y sucesor del primer ancestro Bodhidharma— quien se cortó un brazo con el fin de recibir la enseñanza. No dude de la leyenda del joven que cubrió el fango con su larga cabellera —el joven en cuestión no es otro que el futuro Buddha Sakyamuni—. Todo ellos se despojaron de su viejo caparazón y se liberaron de sus conocimientos, de sus opiniones y de sus comprensiones. Fue así como de pronto se presentó ante ellos la realidad que había permanecido oculta durante innumerables eones (los cuatro períodos en los que se encuentra dividido el tiempo de la Tierra). Este instante de revelación de la realidad no puede ser comprendido por ustedes, ni por mí ni por nadie. Ni siquiera el ojo del Buddha puede verlo, ¿cómo podría ser sondeado por la mente humana ordinaria?
El monje colombiano puso sus manos en Gassho, hizo la respetuosa reverencia al auditorio de estudiantes, y caminó en silencio, acompañado por el sonido del valle.
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