Vida de Dogen

Dogen Zenji, el fundador de la escuela Soto Zen, así como de Daihonzan Eiheiji, nació el 26 de enero de 1200 de la era moderna. Esto corresponde al período Kamakura de la historia de Japón, el año siguiente a la muerte de Yoritomo Minamoto. Se dice que su padre era Michichika Koga, un ministro del gobierno y que su madre era Ishii, la hija de Motofusa Fujiwara. Presumiblemente, el joven Dogen Zenji tenía una vida confortable. Sin embargo, a la edad de trece años, escaló al monte Hiei y al año siguiente se afeito la cabeza y se hizo monje. Se dice que se convirtió en monje porque sentía lo efímero del mundo en la muerte de su madre cuando tenía ocho años.

Sin embargo, el monte Hiei en esa época, según se refleja en los ojos de Dogen Zenji, estaba en decadencia por sus conexiones con la gente en el poder. Entre los sacerdotes había mucha avaricia mundana por fama y riqueza.

Decepcionado, Dogen Zenji dejó el monte Hiei en busca del verdadero Dharma (las verdaderas enseñanzas del Buda). Visitó templos en muchos distritos diferentes, considerablemente confundido y agitado. En el Shobogenzo Zuimonki, se cita a Dogen Zenji diciendo: «Fui incapaz de encontrar a un verdadero maestro o buenos amigos del Camino y, consecuentemente confundido, surgieron malos pensamientos.

Sin embargo, cuando supe de la existencia de monjes eminentes en el pasado, me di cuenta de que esos pensamientos eran despreciados y odiados por aquella gente. Así, cambié mi modo de pensar, comprendiendo que debía pensar en mis eminentes predecesores, los grandes sacerdotes de China e India, más que en los monjes de Japón».

Cumpliendo con su palabra, viajó en barco a China a la edad de 24 años en busca del verdadero camino del Buda. Tampoco en China había maestros que pudieran satisfacer los ideales puros de Dogen Zenji. Sin embargo, cuando estaba a punto de regresar a Japón, conoció a Nyojo Zenji en el monte Tendo, donde halló práctica verdadera centrada en el zazen.

«Me senté en zazen día y noche. Cuando hacía muchísimo calor o frío, muchos de los monjes interrumpían la práctica por un rato por miedo a enfermarse, en ese momento pensé para mi mismo: «No estoy enfermo y, si no practico, entonces, el haber venido hasta China habrá sido en vano. Morir de enfermedad debido a la práctica, estaría de acuerdo con mi deseo original», y así, continué sentado» (Shobogenzo Zuimonki). Hasta este punto se dedicó Dogen Zenji a la práctica del zazen. Muchos monjes japoneses que han ido a China a estudiar y practicar, han regresado con un montón de sutras budistas a su regreso a Japón como recuerdo, pero Dogen Zenji regresó con las manos vacías. La única cosa que Dogen Zenji trajo consigo, fue el haber hecho suya la enseñanza del shikan-taza (la práctica de sólo sentarse).

Para animar al mayor número de personas a practicar zazen, Dogen Zenji escribió el Fukan-zazengi (Principios universales de Zazen), en la que cuidadosamente explicó el significado del zazen y la manera de practicarlo.

También escribió el Bendowa («Una consideración al reconocimiento de el Camino»), en un formato de preguntas y respuestas en el que enseña que la práctica del zazen es el verdadero camino del Buda. En su obra más representativa, Shobogenzo («El Tesoro del verdadero ojo del Dharma»), que se extiende en más de noventa capítulos, Dogen Zenji transmitió completamente la mente de un despertar espiritual.

En 1243, a la invitación de su colaborador Yoshihige Hatano, Dogen Zenji dejó Kyoto y se trasladó a las montañas de Echizen. Se dice que este traslado fue debido a la presión de los sacerdotes del monte Hiei, pero también es cierto que dejó Kyoto por el consejo de Nyojo Zenji de «vivir en el interior de las montañas y en los valles apartados, protegiendo las enseñanzas del Buda y de sus antepasados».

En 1244, el monasterio que había sido fundado por Yoshihige Hatano, fue completado. Al principio se le llamó Daibutsuji, y el nombre fue cambiado posteriormente a Eiheiji. Este es el actual Daihonzan Eiheiji.

Fue aquí que Dogen Zenji continuó con la estricta práctica mientras adoctrinaba a sus discípulos. En 1253, enfermó y falleció a la edad de 53 años.